Si lo pensamos bien, de
alguna manera convivimos, no con robots, pero sí, con máquinas. Máquinas
capaces de hacer lo que para los humanos es imposible, máquinas realmente, ‘’inteligentes’’.
Al hacer referencia a robots, me vienen a la imagen seres metálicos con las
facultades necesarias para interactuar con las personas de una manera
mínimamente normal, seres con una capacidad intelectual bastante alta, pero a
la vez, fríos, que provocan una sensación de desconfianza.
Si tuviéramos robots en nuestras vidas supongo
que dependeríamos mucho de ellos, en el sentido que, creo que llegaría un
momento que muchas personas ya no serían ‘’capaces’’ de pensar, por el hecho de
que es más fácil que piense el robot por mí. No tendrían la suficiente cordura
para ver que tenemos que valernos por nosotros mismos, tenemos que ejercitar
nuestro cerebro, tenemos que ser indagadores, curiosos (hasta cierto punto) y
no simplemente personas que se dejan llevar por un ser al que, nosotros, le
hemos dado la vida. Eso en cierta manera es irónico. Pensar, esforzarnos, construir
algo así, para luego, ¿qué? dejar de hacerlo, y, al recibir información
(cualquier tipo de información) aceptarla, sin preguntarnos el ¿por qué?, el
¿cómo? Que antes no dejaba de rondar por
nuestras cabezas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario